El martes, después de comer y disfrutar de nuestro descanso, tomamos el autobús para ir a visitar el monasterio de San Juan de la Peña. Una vez llegamos, Eva y Sabina nos colocaron unas pegatinas circulares de color rojo en la frente.
Entramos en el monasterio ordenadamente y nos encontramos con un espacio un tanto deteriorado, dañado por la humedad y el paso del tiempo. La visita guiada nos ayudó a comprender la historia de aquel monasterio y conocer datos interesantes sobre ésta.
Primero estuvimos en una sala con dos arcos y decoraciones apenas visibles ya, puesto que la humedad habría acabado con ellas un tiempo atrás. Posteriormente bajamos a una habitación un tanto oscura donde pudimos ver una fuente que permitía a las personas que se instalaban en la habitación, asearse cada mañana.
Otras de las habitaciones que nos fueron mostradas tenía forma alargada y un horno hacia la izquierda, donde solían hornear el pan.
Al salir de la iglesia románica, apareció una parte muy bonita del monasterio, el claustro, formado por unas columnas con pequeñas decoraciones en la parte superior donde se mostraban distintas escenas religiosas como la creación de Adán y Eva o la última cena.
Una vez fuera, el autobús nos condujo hacia un poco más arriba, donde se encuentra el monasterio Nuevo de San Juan de la Peña. Nos impresionó la infinidad de galerías con suelos de cristal, a través de la cuales podíamos ver figuras que recreaban el ambiente del monasterio cuando aún ejercía como tal.
Para terminar el día, subimos a pie al mirador y descansamos la vista perdiéndonos en la infinidad del paisaje.
